Tazas y pedimentos

Silencio y luego no. el teléfono chilla. mis ojos se estrujan, sufro. 5 segundos. los sueños se suprimieron. una noche  negra de nuevo, plana. como la tierra de la Europa medieval. 
estiro la mano y abrazo el móvil. y cual infante deja tan pronto de chillar. el sol enterrado. voy ganando. me hundo mas en la cama e intento reunir todo mi valor  para abandonarla. fuego. el sol sigue atrás. Café. desnuda. agua deliciosa cae artificialmente. el cuello curvado, el agua me pesa, la mañana me pesa. no puedo alzar el rostro.
Apoyo las manos en la pared conceptualizando la cordura. las lozas blanquísimas parecen dientes. la ducha es la boca de una bruja canival. pienso en la muerte. me pellizco los párpados. buenos días Don chava (buenos?) casi digo VÁYASE AL DIABLO DON CHAVA! Odio a sus escandalosas bestias caninas. me contego y doy los buenos días recordando que mis bestias son más repugnantes y terribles. Jazz. el sax le da ritmo a mis pasos. una gota de sudor impúdica rueda irreverente besándome la espalda. el taxista bajo el naranjo me ve el culo diario cuando paso cerca. vuelo. verde amarillo y luego mi turno. las hermanas Brontë, cientos de páginas. rostros que me interesan tanto como a Rusia le interesa Guatemala. y nos meneamos juntos en la oruga azul. las nalgas de unos rozando las de otros. les embarro mis senos en una orgía muy conservadora. 
Les abandono un rato por los cuerpos cafeinómanos, estresados y tristes. ellos no lo saben pero puedo verlos. hacemos una orquesta con los  teclados y rings de los teléfonos. algo verdaderamente triste de ver. no hay ni cinco diferencias entre esos cuerpos matándose la vista y ratones en una rueda caminadora. y ellos no lo saben pero para sobrevivirlos necesito algo más fuerte que simple café. entre tazas y pedimentos tengo que escribir para poder callar mi chillante teléfono cada mañana. y poder hacerlo todo otra vez. 

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