Cajones vacíos.


Los cajones ahora más vacíos son una analogía de mi alma.

Hoy vaciaste mi cuarto de todo el rastro de tu existencia, del “nosotros”.

Supongo que para acertar más esta analogía tengo que señalar que lo hicimos juntos.

Descolgamos cada camisa, sacamos cada par de calcetines y cada playera de entre las mías.

Tomamos una cagua y brindamos por esto y por lo perritos.

Los perritos que no dejaban de menear el rabo, que  afuera te esperaron pacientes cuando fuiste al
baño.

Te pedí un último beso y, como el primero, fue memorable.

Te eché una maldición.

Vaciamos las botellas y nos abrazamos una última vez.

Yo no dejaba de llorar y te envié con una camisa salada,

pero también reímos porque esos somos más nosotros.

Te pedí perdón y tú a mí. Creo que nadie jamás podría odiarte, yo estoy incapacitada para hacerlo, si es posible sólo te amo más.

Comentarios

Entradas populares