Triste Onanismo

Me masturbé triste.

No es como que quisiera
en realidad, lo llevaba evitando ya días
pero no podía dejar que el vacío
ahora ocupado por melancolía, ganara,
por lo menos no así, no en esto,
en todo cuanto sea posible
pero no en esto.

Entonces me sequé el llanto
y mi mano, bajó sigilosa y torpe,
cruzó mi busto y continuó por el abdomen,
se encontró con el abultado
y crispado vello en el monte de venus,
se abrió paso entre este
para llegar al brillante botón ruborizado.

Lo tomé como a un suave pétalo de rosa,
tierna y delicadamente,
le acaricié un rato,
y este,
inspirado en el numen
trajo el recuerdo de sus formas.

Aquello me sedujo
pero también provocó que mi rostro
se cubriera nuevamente
con delgados hilos de agua salina.

A pesar de hallarme en aquella contradicción
perseveré
y me dí al éxtasis

                ... tristemente.


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